miércoles, 16 de noviembre de 2011

Defensa de la melancolía


Probablemente las mejores historias nacen de la más profunda melancolía.
Siempre he pensado que es el estado más prolífico para el arte en cualquiera de sus variantes.
El ser humano se compone de estados de ánimo que forman un todo equilibrado, pero que no siempre se saben manejar o controlar, pero que si se sabe hacerlo puede resultar realmente provechoso.
No me gustan los tristones victimistas, ni los siempre alegres chistositos. Me gusta estar en el medio de la balanza y su exceso me lo tomo como una agresión a mi paz interior, que aunque suene místico, intento mantener con el cachondeo y la risa cuando toca, y la reflexión y la melancolía cuando se dan las circunstancias.
La melancolía es un estado que obliga al pensamiento y al recuerdo, pero totalmente distinto a la tristeza. Unir los dos conceptos es muy común y absolutamente errado. Una cosa es llorar por las esquinas y otra muy diferente añorar alguna esquina por la que pasaste un día.
El enamoramiento termina con miento y la amargua comienza con amar, la melancolía hace el resto de la historia, desliza el pincel por el cuadro o hace las notas sonar.
Una canción de amor que se mueve fuera del odio, del miedo, del quizás, será de amor por si tu me quieres, será canción por si tu te vas. (Silvio Rodríguez)