Viendo la entrega de premios de música de los 40 Principales, compruebo una vez más el nivel musical que galopa en nuestro país.
Si la música es considerada cultura, la nuestra estaría por los suelos basándonos en los galardonados y en los que se pasearon por el escenario, haciendo algo que no se puede catalogar como actuar.
Fue una muestra de playbacks malos, o de personajes que hablaban o susurraban, incapaces de alcanzar el tono que se escucha en sus discos grabados en estudio.
Pablo Alborán y Malú salieron al rescate, aún sin ser de mi gusto musical, demostraron lo que un cantante debe hacer, demostrar por qué vende discos y por qué es tan aclamado.
Pero poco más se puede salvar de un evento que intenta imitar a la MTV, lo que una vez más es sinónimo de chapuza, de chistes sin gracia, de presentadores sin salero, de fallos técnicos y espectáculo de garrafa.
Nos pasa con los Goya que quieren y no pueden llegar a los Óscar, y nos ocurre igual con estas galas musicales que dejan mucho que desear.
Quizá sería mejor dejar los intentos de imitaciones y hacer las cosas bien por nosotros mismos.
Lo del gusto musical es algo más personal y cada cual tiene sus preferencias, para gustos los colores.
La oferta es limitada, es el tanto pagas tanto se te escucha, y nuestros oídos sufren una estrechez de variedad que obliga a oir continuamente el mismo sonido ratonero.
Nos merecemos más y mejor, ¿o no?.
Es la eterna duda cultural en España.