viernes, 28 de marzo de 2014

Caramelitos del destino

En las últimas horas he experimentado una sensación parecida a que te pongan un caramelo en los labios, y justo en el momento en el que empiezas a percibir su sabor, te lo quitan de la boca sin que puedas apretar siquiera los dientes para intentar retenerlo.
Dadas las circunstancias, el hecho se convierte en una jugarreta del destino, ya que va más allá de una gran oportunidad de cambiar el futuro. Se ha convertido en casi una broma pesada que hace pensar en lo negativo que es dejarse llevar por la emoción tempranera.
Lo bueno es constatar que se mantiene viva la capacidad de ilusionarse, de pensar que algo mejor es posible y que, por supuesto, lo más grande está por llegar.
Contado así, probablemente la historia se quede corta, pero no es necesario entrar en detalles y dar más explicaciones. Hablo de un tema puramente laboral, de una de esas oportunidades entre un millón, pero que te hacen volver a pensar que las cosas en esta vida suceden por algo.
Probablemente sea una tozudez, pero soy de los que cree que la miel puede estar hecha perfectamente para la boca del asno, que no existe nada que sea tan bueno como para que no pueda ser verdad, y que si el destino se parte de risa a mi costa, siempre queda pensar que en esta vida, el que ríe el último, además de mejor, siempre ríe dos veces.

sábado, 22 de marzo de 2014

Sale el Sol


Hoy de nuevo ha salido el sol a pesar de que parece que las nubes intentan hacer una demostración de fuerza. Los cambios climatológicos no se generan exclusivamente mediante la naturaleza, nosotros mismos tenemos la capacidad de decidir si la tormenta llega para quedarse, o si por el contrario es un estado pasajero que antes o después acaba perdiendo intensidad y deja los charcos como único recuerdo.
A veces gusta olvidar el paraguas en casa para poder sentir la lluvia en el rostro y reaccionar, quizá darnos cuenta de que necesitamos de vez en cuando refrescar las ideas, para que las nuevas florezcan con más fuerza.
Se puede sentir el sol con tan solo cerrar los ojos. Ni siquiera hace falta que nos contemple desde el cielo, basta con que sepamos que lo llevamos dentro. 
No hace falta nada más que saber que los amaneceres son parte de nuestra vida, y que somos los únicos que podemos decidir si la tempestad nos vence, o si dejamos que el sol siga saliendo cada mañana.

sábado, 15 de marzo de 2014

Relativizando


En las últimas semanas he tenido dos opciones claras:

1. Defecarme en todo lo defecable (dicho de manera fina para que ningún lector se ofenda o espante)
2. Hacer balance, a modo de inventario vital, de lo que tengo y me gustaría tener.

Es consuelo de tontos quedarse con la idea de que la situación está igual de mal para todos, eso es una obviedad, pero que no implica obligatoriamente tener que aceptar ciertas cuestiones o condiciones. Igualmente, el concepto que engloba la expresión "podría ser peor", no termina de convencerme, ya que por esa misma regla podría ser mejor y tampoco lo es.
Así que visto lo visto prefiero quedarme en el término medio, no en lo que "podría ser" para bien o para mal, sino simplemente en lo que "es". En ese punto, probablemente lo mejor sea relativizar.
Demasiado tiempo intentando mantener el vaso medio lleno tampoco es positivo, a veces conviene beberse el agua para renovar el líquido. Eso no significa pasarse al bando de verlo medio vacío, sino simplemente dejar de pasar sed, ya que no por mucho insistir, el vaso va a superar el nivel de agua establecido.
Así que prefiero ir llenando cada día el recipiente con lo que realmente me aporta algo, con lo que me genera positividad y aleja los malos rollos. Hay cosas más importantes que el trabajo, otros ingredientes de la vida que es mejor disfrutarlos que echarlos en falta.
Vivimos en un mundo en el que algunos aprovechan su posición para pisar a otros hasta dejarles en situaciones desesperadas. Lo bueno es que incluso en la desesperación más absoluta, los seres humanos somos capaces de sacar ventaja y ver caminos que antes quizá no veíamos desde nuestra zona de confort. 
Mañana no sé lo que vendrá, pero estoy convencido de que algo bueno será, ya que con la calma que produce relativizar, empiezo a no agobiarme por el hecho de que no ocurra pronto. 
Lo bueno que podamos merecernos siempre llega, igual que lo malo, para aquellos que le hacen la vida imposible a otros, también siempre acaba llegando.