(foto: http://eltrabajodelashoras.blogspot.com.es)
Los días pasan y las manos se quedan quietas aunque la mente no descansa.
Cada gota de lluvia es una brizna de césped que reverdece en las mentes cargadas de electricidad estática que paraliza tanto como da chispazos.
Las ideas no se agotan sino que se acumulan con un tanto que decir y tan poco tiempo para expresarlo.
Mi inspiración goza de una nueva caricia y sin embargo no hay palabras para describirte y hacerte justicia.
Nada por aquí, nada por allá, como un mago sin más trucos en la chistera, que la paloma blanca que aparece en un abrir y cerrar de ojos, igual que la primavera. Has sido mi mejor magia.
Los cristales se empañan mientras la calle, una nueva a la que mis ojos aún se acostumbran sin terminar de inspeccionarla, se empapa de lluvia fina que calma la sed acumulada.
Cambié los tejados por el asfalto, las golondrinas por las hormigas, como una metáfora de plantar los dos pies en la tierra.
Aquí sigo, desgastando el teclado con el roce de mis yemas, con el traqueteo de mis dedos que ocupan casi todo su tiempo en caricias.
Alguien más se ha unido al bando de los buenos, el mundo poco a poco equilibra su balanza y aunque permanecen los obstáculos yo nunca abandono el juego.
Política, economía, violencia, el monotema que cada día pierde más el juicio.
De eso hablaremos mañana, hoy toca regar las plantas con el agua que resbala por las tejas.